
Fue entonces cuando decidió enviar los sonidos de ese procedimiento médico a Beck, compositor y productor de este trabajo discográfico, para que de esa forma ambos pudieran "encontrar una intención poética que hiciera referencia a la memoria, a los recuerdos y a la propia muerte".
Beck es el gran estandarte que da solidez a su nueva propuesta, como en su día lo hicieran Nigel Godrich -productor de Radiohead-, el icono del britpop Jarvis Cocker y el dúo francés Air en su álbum "5:55", editado en 2006.
El pulso del disco es sinuoso, impredecible: un sonido de máquinas de hospital adorna la kraut-chanson “IRM” , un ritmo marcado y beatlesco acompaña la hitera “Heaven can wait” y un oportuno colchón de coros fantasmagóricos produce el clímax de la bella “Time of the assassins”. Con “IRM”, Charlotte Gainsbourg no solo le ha ganado una pulseada a la muerte , sino que ha grabado un excelente disco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario